La fibromialgia desde el punto de vista psicológico
Las personas que sufren de fibromialgia padecen diversos síntomas como dolor generalizado,
cansancio, problemas de sueño, etc. El padecer estos síntomas durante largos periodos de tiempo
hace que en situaciones se sienta tensión, ansiedad y/o depresión, esto conlleva que los síntomas se
agudicen y que la suma de los síntomas físicos y de los síntomas psicológicos de la enfermedad
desencadenen pensamientos negativos, preocupaciones, problemas de sueño, memoria, relaciones
sexuales, etc y una serie de dificultades en las relaciones y actividades de la vida diaria a nivel
familiar, de trabajo y de ocio.
Este malestar físico, psicológico y relacional funciona como un bucle de retroalimentación, es decir
la durabilidad en el tiempo de los síntomas físicos desencadena una reacción psicológica la cual
agudiza el malestar físico y se inmiscuye en nuestro quehacer diario, ese impedimento de
realización de las labores hace que se acentúen el malestar psicológico y el laberinto de la
sintomatología tanto a nivel físico como mental puede bloquear el buen funcionamiento del sistema
de respuestas adaptativas.
Por tanto, si usted puede disminuir y controlar sus síntomas psicológicos tendrá una percepción
más objetiva de los síntomas físicos de la enfermedad y mejoraran sus roles de la vida diaria.
Decíamos que uno de esos factores psicológicos es la tensión, por un lado la tensión muscular
producto de la enfermedad y por otro lado la tensión psicológica que nos provoca la enfermedad.
Por lo que si se reduce esa tensión, también se reducirán sus efectos.
Un buen método de bajar los niveles de tensión es a través de la relajación. Esta técnica permite la
distensión de los músculos y proporciona una agradable sensación de descanso y tranquilidad. Para
aprender a relajarse, como para aprender cualquier otra habilidad, es necesario practicar de forma
asidua; sólo así se conseguirá alcanzar un dominio pleno de la relajación y se podrá hacer uso de
sus múltiples ventajas terapéuticas.
Las condiciones más favorables para practicar la técnica son un lugar tranquilo, donde no haya
mucha luz, libre de ruidos y de interrupciones y con música tranquila que favorezca la relajación.
Como complemento a la relajación es conveniente practicar actividades placenteras del día a día,
tales como un baño caliente, acostarnos y enchufarnos la manta eléctrica, escuchar música con una
luz tenue, dar un paseo, escuchar una cinta de relajación, ver imágenes de paisajes maravillosos o
simplemente imaginar esos paisajes, etc.
Otro de los factores psicológicos a los que hacíamos referencia anteriormente es la ansiedad. Tanto
la ansiedad como el estrés son señales de alarma del organismo que se disparan para que estemos
alerta en situaciones de amenaza o peligro y una vez pasada dicha situación vuelven a sus niveles
basales. El problema es cuando esos altos niveles de ansiedad de prolongan en el tiempo, como
puede suceder en el caso de una enfermedad crónica como la fibromialgia.
La relajación también le va a ayudar a combatir ese estado de ansiedad, para ello debe de aplicar la
técnica de relajación desde el mismo momento en que empieza a sentir los primeros síntomas de
ansiedad (taquicardia, sudor, temblores, sensación de tener un nudo en el estómago, respiración
agitada, tensión muscular …
El último componente psicológico asociado a la fibromialgia es la depresión. La depresión es un
trastorno clínico que se origina cuando, tras repetidos intentos por superar una situación que nos
supone una grave pérdida (de salud, bienestar, trabajo, etc.), la persona se ve incapaz para
encontrar la solución adecuada. No se trata de un trastorno que normalmente nos afecte de
improviso, de un día para otro, sino que suele irse desarrollando poco a poco, comenzando con una
bajada en el estado de ánimo, es decir con un sentimiento de tristeza, pérdida de las ganas de luchar
y la apetencia por realizar actividades (incluso las más agradables) y un incremento de los
pensamientos negativos.
Dos son los factores que más influyen en ese camino hacia la depresión: por una parte una actitud
de pasividad que suele suponer el abandono de las actividades, sobre todo de las gratificantes, y por
otra la tendencia a ver y valorar de forma negativa todo lo que nos rodea, permitiendo que toda
nuestra vida gire en torno al dolor
Es un hecho comprobado que, cuando se está triste y deprimido, se pierdan las ganas y el interés
por realizar actividades que antes nos resultaban gratificantes. También está comprobado que el
abandono o la disminución de las actividades agradables fomenta el aburrimiento e incrementa, a
su vez, la depresión.
Por ello es muy importante:
Que reanude, en las medidas de sus posibilidades, cualquier actividad que antes le
resultaba gratificante y que ahora ha ido abandonando por culpa de la enfermedad.
Que se involucre en actividades nuevas, es muy aconsejable que se ponga en contacto con
asociaciones en las cuales existan personas con problematicas parecidas a la suya, de este
modo además de compartir experiencias personales sobre la enfermedad pueden
compartir actividades tanto de tipo cultural, como de bienestar físico y mental.
No debe de usar el malestar físico o psicológico que le produce la enfermedad como una “disculpa”
para crear una máscara de aislamiento tanto de sí mismo como del resto del mundo. Usted padece
una enfermedad, si, pero debe de utilizar todas las herramientas mentales a su alcance para no
dejar que la enfermedad domine todas las parcelas de su vida. Si bien es cierto que hay cosas que no
puede hacer, el mundo es un sinfín de posibilidades, abra una ventanita a ese nuevo mundo, nuevas
experiencias, nuevas personas que conocer, nuevos planes …
Y por favor … no deje que la fibromialgia enferme su capacidad de ilusionarse con nuevos retos,
tome las riendas de su vida!
Por Mª Montserat Díaz Miguel
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